viernes, 4 de julio de 2008

Docentes: sumas, restas, piedras y agua

"Es la economía, estúpido". Ese fue el lema no oficial de campaña que llevó
a Bill Clinton a la presidencia del país más grande del mundo superando al
invencible, hasta entonces, George Bush padre. La frase pasó a la historia
por ser uno de los puntales del triunfo demócrata: hablar de los problemas
de la gente, especialmente de sus carencias y necesidades, en un contexto
donde la gran máquina publicitaria del Partido Republicano se regocijaba en
éxitos como el fin de la guerra fría o la primera guerra del Golfo, tan
rimbombantes como alejados de la cotidianeidad de la gente. Porque en
definitiva, según nos enseñaron en secundaria, la economía sirve para
estudiar cómo satisfacer necesidades humanas con bienes que son escasos.

El gobernador de la provincia ha manifestado su pesar respecto de las
declaraciones que vinculaban el aumento de impuestos al incremento de los
sueldos pero recordó, sin embargo, que la economía son sumas y restas.

Desde hace años, especialmente la década del noventa, el sector docente y
gran parte de la sociedad en general vienen manifestando su descontento con
lo que popularmente se ha conocido como el "gobierno de los contadores". Una
clara alusión al determinante peso que se les ha otorgado a los técnicos
(especialmente los contables) en las decisiones políticas y en definitiva un
rechazo claro a que se conteste a la necesidad de la gente con un asiento
contable o un paper que digan que "los números no cierran". Entender que la
economía son sumas, restas o asientos contables podría llevarnos a suponer
que en las políticas económicas que implemente un gobierno es más importante
el resultado matemático obtenido que la satisfacción de la necesidad de la
gente.

En definitiva, nadie duda de la importancia del equilibrio fiscal, el no
endeudamiento, la constitución de reservas y fondos anticíclicos. Pero no es
menos cierto que esos índices de buena gestión no pueden alcanzarse a costa
de resignar el bienestar de la población.

Es por eso que más que un estudio de números y finanzas provinciales lo que
se necesita es la generación de políticas públicas orientadas a plasmar en
hechos las voluntades declaradas. Entonces si se reconoce que la educación
es importante y que el maestro está mal remunerado, es necesario que
presente un plan realista en el que la asignación de recursos se compadezca
con la importancia que se le quiere acordar al sistema educativo.

Llamar al diálogo para atender a la situación salarial, reconocer la
importancia de la educación y los docentes, avanzar con los acuerdos
alcanzados son gestos del gobierno necesarios y reales, pero no dan
respuesta a la necesidad planteada. Pero para que todos estos gestos en su
conjunto tengan un significado es imprescindible que se arribe a una
propuesta salarial que contenga las necesidades y posibilidades de ambas
partes. Lo gestual es importante pero también es insuficiente en sí mismo
para solucionar problemas de este tipo.

No se trata aquí de "pedir agua de la piedra" pero es innegable que ante la
necesidad es imposible conformarse con una negativa. Seguramente cuando
Moisés golpeó la piedra con su báculo esperando que saliera agua, muchos de
los presentes desconfiaron y dijeron que eso era imposible. Pero una vez que
el agua brotó de la roca todos concurrieron a saciar su sed, incluso los que
aseguraban que agua y piedra no eran elementos compatibles.

La lucha por el salario docente es una manifestación más de la lucha por una
educación de calidad. No es una disputa por un pedazo del presupuesto o un
simple ejercicio estacional. Es una lucha por la dignidad del educador. Esa
dignidad que se manifiesta con gestos y se garantiza con hechos.

(*) Secretario gremial de Sadop Rosario.